Tiempo de replantear el manejo de tus finanzas
«La pandemia nos dejó una gran lección: tenemos que ahorrar», le dice a BBC Mundo Sofía Gancedo, economista y fundadora de la empresa Bricksave. Y dependiendo de las condiciones que existan en tu país, si has tenido la oportunidad de contar con algunos recursos extra, vale la pena mirar la opción de invertir, pero invertir «un monto que estés dispuesto a perder», apunta.
Hay ciertos principios financieros para ahorrar que funcionan, sin embargo dependen de tu propia organización mental y práctica. Y aunque las prioridades dependerán de la situación individual, seguir estos pasos puede ayudarte a visualizar mejor tu futuro y la manera en que fijas tus metas.
1-Define tus objetivos financieros y elabora un presupuesto
Lo que suelen recomendar los expertos es fijarse metas para el mes, para el año y para el largo plazo. Es recomendable dejarlo por escrito para que lo puedas revisar cada vez que pierdas la brújula. Los objetivos financieros pueden ir desde recuperarse del impacto financiero de los últimos meses, conseguir un trabajo extra para complementar tu ingreso actual, buscar dónde están las tasas de interés más convenientes para reestructurar tu deuda, aumentar tu nivel de ahorro, cambiarte de trabajo o, por ejemplo, emprender.
Definidos los objetivos, el paso siguiente es crear un presupuesto. No tiene que ser necesariamente algo complicado ni con lujo de detalles, pero debería incluir al menos los gastos fijos agrupados en categorías, como puede ser la renta o la hipoteca, comida, medicamentos, vestuario, educación, vehículo, seguro médico, deudas, entretenimiento o lo que te sea más útil.
Esta herramienta es el paso que te permite llevar a la práctica las ideas que dan vueltas en tu cabeza. Sin un presupuesto, es muy difícil llegar a la meta financiera si no tienes el control de lo que haces cotidianamente con tu dinero.
2- Crea metas de ahorro
Cuando ya definiste tus objetivos y elaboraste un presupuesto, viene el siguiente paso: ahorrar.
En tiempos de pandemia, la incertidumbre financiera crece, y no estamos seguros de si nos renovarán el contrato o si los clientes volverán a demandar nuestros servicios o productos. Por eso, ahora más que nunca vale la pena tener un colchón que te pueda cubrir ante una emergencia.
El monto de lo que ahorras no es lo fundamental. Lo que más importa es hacerse el hábito.
«El ahorro no es guardar lo que me sobra del sueldo. Muchas veces requiere hacer ciertos sacrificios», explica Gancedo.
«Lo que yo recomiendo es ahorrar el equivalente a un año de tu sueldo», señala, aunque reconoce que puede ser una meta difícil de alcanzar. Con todo, al final de cuentas lo que vale es ahorrar lo que puedas, pero «hacerlo consistentemente».
La idea es partir de a poco y aumentar la meta según cómo evolucionen tus circunstancias. No importa el monto, lo que más importa es hacerse el hábito. «Es como salir a correr», dice la economista.
3- Invierte en aquello que estás dispuesto a perder
Junto al ahorro, está el tema de la inversión. Lo primero es darles una mirada a las tasas de interés en tu país para analizar en qué medida te conviene guardar el dinero en el banco o invertirlo.
«Invierte en activos que realmente entiendes y con un monto que estás dispuesto a perder. No asumas riesgos con dinero que necesitas«.
La otra recomendación es arrancar de a poco y diversificar las inversiones, para evitar una pérdida total cuando un activo se desploma.
Y aunque la rentabilidad más alta es tentadora, siempre hay que tener en cuenta que a mayor rentabilidad corres más riesgo. Eso ocurre, por ejemplo, con las criptomonedas.
El otro riesgo es que muchos inversores inexpertos siguen recomendaciones en redes sociales que no necesariamente provienen de una fuente calificada.
El error más común
«El error más grande que veo es no tener conciencia sobre lo que realmente es un crédito«, sostiene Gancedo.
Es un error, que se repite en todos los sectores sociales, en todos los países y en todos los niveles de educación.
Es común caer en la «trampa psicológica» que se hace la gente al usar tarjetas de crédito.
Aunque parezca obvio que un crédito es un préstamo que tenemos que devolver (con intereses), muchas veces se produce una trampa psicológica en que usamos la tarjeta sin pensar que el dinero no es nuestro.
Genera la ilusión de que se puede patear el problema para más adelante y que en el futuro verás cómo lo solucionas.
«Conozco gente con muy alto nivel educacional y una carrera exitosa que de pronto te habla del valor de la cuota mensual, cuando eso es un error básico», agrega.
No importa si puedes pagar la cuota mensual de un auto nuevo. Pero si calculas que al final del préstamo terminarás pagando tres veces el mismo auto, no vale la pena.
Ese ejercicio, que es de educación financiera elemental, muchas veces lo olvidamos.